El Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) nació en julio de 1970, como resultado de la Asamblea Constituyente del Magisterio, que reunió a las diversas organizaciones de trabajadores de la educación en Chile. Su creación fue la culminación de un largo proceso de organización sindical y de toma de conciencia del profesorado respecto a su condición de trabajadores y asalariados del Estado, con derechos y responsabilidades dentro de una nueva sociedad más justa y democrática.
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El SUTE surgió desde la Federación de Educadores de Chile (FEDECH), fundada en 1944, que venía impulsando la idea de un sistema educativo nacional unificado, capaz de superar la segmentación entre escuelas normales, liceos, instituciones técnicas y privadas. La FEDECH promovía la igualdad salarial, la profesionalización docente y la defensa del Estado Docente, es decir, un Estado garante de la educación como derecho social.
Durante los años 50 y 60, las luchas del magisterio se intensificaron, destacando la huelga nacional de 1968, en la que los docentes unieron sus demandas con el movimiento estudiantil universitario. Este proceso de unidad desembocó en la fundación del SUTE, que integró a profesoras, profesores, asistentes y trabajadores administrativos del sector educativo, constituyéndose en la primera organización sindical única del magisterio chileno.
Con la llegada al poder del presidente Salvador Allende en 1970, el SUTE se convirtió en un actor central de las políticas públicas en educación. Su vicepresidente, Mario Astorga, fue designado ministro de Educación, lo que dio al sindicato una participación directa en la definición del nuevo proyecto educativo nacional.
El SUTE promovió una educación basada en la equidad social, la integración y el desarrollo pleno del ser humano, donde cada persona —hombre o mujer— pudiera desarrollar sus capacidades para contribuir al bienestar colectivo. En ese marco, se impulsó el proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU), aprobado en el Congreso Nacional de Educación de 1971, en el que participaron docentes, estudiantes y comunidades de todo el país.
La ENU proponía una educación pública, gratuita, científica, laica y planificada, concebida “de las masas, por las masas y para las masas”. Su objetivo era democratizar el conocimiento, erradicar la desigualdad y fortalecer la participación de las comunidades educativas en la gestión escolar. El SUTE jugó un papel fundamental en la difusión y discusión de este proyecto, en conjunto con el Ministerio de Educación, a través de documentos, congresos y talleres docente.
El Primer Congreso Nacional del SUTE, realizado en diciembre de 1971, acordó promover la democratización y descentralización educacional, la creación de un sistema de educación permanente, y la formación de conciencia de clase entre los trabajadores de la educación, entendiendo su
labor como parte de la transformación social del país.
El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 interrumpió abruptamente este proceso histórico. El magisterio fue uno de los gremios más duramente reprimidos por la dictadura de Augusto Pinochet, que implementó una política sistemática de persecución, exoneraciones y control ideológico en las escuelas.
En los primeros cinco meses de la dictadura, más de 26.000 trabajadores de la educación fueron despedidos; 15.000 en 1973 y 11.000 en 1974. De los 20.000 dirigentes de base del SUTE, solo 800 continuaban en funciones dos años después del golpe. El Informe Rettig (1991) registró 103 docentes víctimas del terrorismo de Estado: 58 ejecutados y 45 detenidos desaparecidos.
El SUTE fue disuelto oficialmente mediante el Decreto Ley N.º 1.284 (1974), que canceló su personalidad jurídica, y el Decreto N.º 82 (1973), que suspendió el descuento por planilla de las cotizaciones sindicales. Además, el Decreto Ley N.º 678 del 16 de octubre de 1974 creó el Colegio de Profesores de Chile A.G., bajo control directo del régimen militar, con dirigentes designados por las autoridades hasta 1986.
La dictadura implementó un modelo subsidiario y privatizador de la educación, desmantelando derechos históricos del magisterio, como la estabilidad laboral, el perfeccionamiento docente y las asignaciones por antigüedad o título. Con ello, se destruyó el proyecto colectivo de educación pública y transformadora que había impulsado el SUTE.
El SUTE representó un hito en la historia del sindicalismo chileno, al integrar por primera vez a todos los trabajadores de la educación en una sola organización nacional, basada en la unidad, la conciencia de clase y la participación democrática.
Su accionar marcó una época de avances en la defensa de la educación pública, en la articulación entre la escuela y la comunidad, y en la comprensión del docente como un trabajador con responsabilidades políticas y sociales dentro del proceso de desarrollo nacional. Aunque fue desmantelado por la dictadura, el SUTE histórico ha tenido continuadores que recogen con orgullo su legado, proclamándose anticapitalistas y antiimperialistas, y comprometidos con la reconstrucción de una organización única de todos los trabajadores de la educación, no burocrática y basada en la democracia directa.